
El templo tiene en planta forma de rectángulo con cruz latina inscrita de una nave de cuatro tramos separados por pilastras toscanas y arcos fajones, capillas entre contrafuertes, crucero alineado y cabecera rectangular poco profunda. Se cubre con bóvedas de yeso de cañón con lunetos, excepto en el transepto con cúpula hemiesférica y en las capillas laterales con cúpulas baídas. A los pies, en alto, coro sobre el primer tramo y el pórtico. La fachada principal a occidente es heredera de las de Francisco y Juan Gómez de Mora, aunque evolucionada hacia mayor decorativismo y complejidad compositiva y con un rico ritmo protobarroco de vacíos y llenos y relieves. Se articula por medio de un gran rectángulo vertical flanqueado por dos cuerpos a manera de torres perforados por ventanas y rematados con espadañas. El gran paño central presenta cuatro divisiones horizontales; en la inferior pórtico triple con pilastras toscanas almohadilladas, encima dos alturas con nicho con imagen de la santa y ventana, ambos con escudos a los lados (del Doctorado de Santa Teresa y del Cuerpo de Intendencia Militar, de los Cepedas-Ahumadas y de la Orden, respectivamente), la cuarta altura con las armas del Conde Duque de Olivares en el centro y ventanas a los lados y todo rematado por frontón triangular con óculo.
Entre las capillas destaca la del Carmen, en el brazo norte del crucero, con cúpula hemiesférica; desde ella se accede a la de las Reliquias o de Santa Teresa, en memoria de la casa natal de la titular por hallarse encima de la habitación en la que nació. Junto al testero se ubica el claustro chico, de estilo escurialense, dos pisos con arcos de medio punto, y en el costado sur el claustro conventual, también cuadrado y de gran tamaño, de tres alturas y con sus muros perforados por ventanas rectangulares y cuadradas, y en derredor la sacristía, el refectorio, la biblioteca, celdas y demás dependencias.
En el convento se conserva un magnífico conjunto de obras barrocas; entre ellas descuella un Cristo atado a la columna, de Gregorio Fernández (siglo XVII), y otras varias esculturas más de su taller y discípulos.
Autor: C. Rodicio Rodríguez.
Fuente: Dirección General de Patrimonio Cultural
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