Sin lugar a dudas, durante tu visita a las Edades del Hombre Ávila y Alba de Tormes 2015 deberás dedicar un espacio a ver las murallas de Ávila. Se comenzó su construcción la última década del siglo XI durante el dominio del conde Raimundo de Borgoña y estaban oncluidas a finales del siglo XII. Constan entre los primeros maestros que las dirigían Casandro y Florín de Pituenga, y después Alvar García. En el resto de la Baja Edad Media se realizaron numerosas obras de reparación en ellas, con la participación notable de albañiles y canteros moriscos, en especial durante los siglos XIV y XV. Estas actuaciones promovidas por el Ayuntamiento de la ciudad prosiguieron durante los siglos siguientes. Desde el siglo XIX, con una nueva conciencia de la historia y del pasado, se afrontaron sucesivas campañas de restauración que continúan en nuestros días, aunque no siempre con acierto. Han participado en ellas, entre otros, en el siglo XIX, Hernández Callejo (1855-58), Vázquez de Zúnñiga (1860-63), J.B.Lázaro (1876-79), F. Aranguren (1880-82), Repullés y Vargas (1886-1910).
Su perímetro es rectangular irregular de unos 2.470 metros de longitud y cuenta con 88 torres semicirculares colocadas a unos veinte metros unas de otras. Se construyó con sillares, bloques sólo desbastados, ripio y mortero, con un espesor medio de 3 metros y una altura media de 12. Remata en antepecho y almenas, éstas, las más, de tapialejo; y hay ladrillo en algunos frisos y arcos de escaleras en los lienzos N. y O. Existen dos clases de accesos a la ciudad: las puertas, de uso público, de las que posee nueve, y los portillos, generalmente de uso privado y que comunicaban los palacios de la nobleza adosados a la muralla con el exterior de esta, de los que subsisten cuatro.
La muralla abulense se concibió para repeler agresiones y defender a los habitantes del interior; por ello la zona más protegida es la Este, que se abre a la llanura, donde se encuentran las puertas más notables y de mayor fortaleza y valor estratégico, denominadas del Alcázar y de San Vicente, aquella de 20 metros de altura y con escudo real de Felipe II (1596). Sus características comunes son contar con torres salientes en los flancos unidas por encima con puente sobre arco redondo y acceso recto. También en este costado se encuentra el llamado "Arco de los Leales", "de la Catedral", "del Peso de la Harina" o "de las Carnicerías", fruto de una reforma de finales del siglo XVI cuando se construyen adosadas estas casas municipales. En el lado Norte se encuentran las puertas del Mariscal - de arcos apuntados- y del Carmen, ésta con arcos es carzanos (S. XIV) y rematada en el XVII con una espadaña por ser del convento del Carmelo. En el Oeste, con el lado menor del recinto y bordeado por el Adaja que se salva por un puente, la llamada Puerta del Puente o de "San Segundo", que se reformó en el siglo XV y tiene arcos de medio punto y bóveda escarzana. Al Sur, las Puertas y Postigos de la Mala Ventura -con arcos redondos-, de Santa Teresa o Montenegro -con arcos de medio punto y entre torres cuadradas-, del Rastro -con arcos de medio punto y una galería porticada del siglo XVI sobre arco escarzano de la casa de los Dávila- y de la Casa del Marqués de las Navas -tapiada y con arco de herradura de ladrillo-.
El conjunto de las murallas y de la ciudad se aprecia desde el otro lado del Adaja, en los Cuatro Postes, un humilladero abierto formado por cuatro columnas toscanas unidas por el entablamento, que construyó el maestro Francisco Arellano en el siglo XVI.
Autor: C. Rodicio Rodríguez
Fuente: Dirección General de Patrimonio Cultural
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